La inflamación intestinal se relaciona con la fatiga después del COVID
Un estudio en Viena revela que molestias intestinales y biomarcadores alterados podrían anticipar fatiga pos-COVID, incluso tras infecciones leves
El centro Johns Hopkins Medicine alerta sobre el estreñimiento como una de las principales causas de la inflamación. Crédito: Kmpzzz | Shutterstock
Una nueva investigación realizada por expertos del Centro de Fisiopatología, Infectología e Inmunología de la Universidad Médica de Viena ha arrojado luz sobre los mecanismos biológicos que podrían estar detrás del síndrome posviral, particularmente en pacientes que desarrollan fatiga persistente después de haber superado una infección por SARS-CoV-2. El estudio, recientemente publicado en la revista Allergy, sugiere que alteraciones inmunológicas y gastrointestinales estarían involucradas en la aparición de estos síntomas duraderos, incluso en personas que inicialmente atravesaron la COVID-19 con síntomas leves o sin síntomas aparentes.
El equipo, liderado por la doctora Eva Untersmayr-Elsenhuber, se basó en un estudio observacional prospectivo con pacientes que presentaban el llamado síndrome pos-COVID (PCS, por sus siglas en inglés). A través del análisis de muestras de sangre, saliva y heces, así como de un seguimiento detallado de los síntomas antes, durante y después de la infección, los investigadores encontraron patrones que podrían explicar el vínculo entre la infección viral y los síntomas persistentes de fatiga.
Uno de los hallazgos más relevantes fue que los pacientes que tenían antecedentes de molestias gastrointestinales antes de contagiarse con el virus presentaban un riesgo significativamente mayor de desarrollar fatiga prolongada. Según los investigadores, esta conexión puede explicarse por la alteración de la barrera intestinal y la activación anómala del sistema inmunitario, condiciones que podrían facilitar una inflamación sistémica de bajo grado y afectar el bienestar general durante meses posteriores a la infección.
Entre los biomarcadores estudiados, se identificaron niveles elevados de IL-6, una citoquina que se asocia con respuestas inflamatorias generalizadas, y una disminución de IL-33, una molécula clave para el equilibrio inmunológico y la reparación de tejidos. Además, los pacientes mostraron una mayor proporción de LBP (proteína de unión a lipopolisacáridos) en relación con sCD14, lo que sugiere una activación inmunitaria inducida por productos bacterianos que podrían haber atravesado una barrera intestinal comprometida.
“Estos resultados revelan que la COVID-19 puede dejar una huella duradera en el sistema inmunológico y la función intestinal, contribuyendo al desarrollo de un síndrome posviral que afecta profundamente la calidad de vida de los pacientes”, explicó la doctora Untersmayr-Elsenhuber, quien también codirige el Centro Nacional de Referencia para Síndromes Posvirales en Viena. Esta observación representa un avance importante en la comprensión de cómo el virus puede desencadenar efectos prolongados más allá del sistema respiratorio.
La particularidad de esta investigación es que muchos de los participantes eran personas jóvenes y previamente sanas, cuya infección por SARS-CoV-2 fue leve o incluso asintomática. Sin embargo, tras superar la fase aguda, algunos comenzaron a experimentar un agotamiento extremo difícil de explicar por otros factores clínicos. Johanna Rohrhofer, autora principal del estudio, destacó que quienes terminaron desarrollando fatiga posviral habían reportado más molestias digestivas desde etapas tempranas de la infección, lo cual fue un indicio importante que motivó un análisis más detallado del eje intestino-inmunidad.
Este enfoque ha abierto una nueva línea de investigación sobre la importancia del tracto gastrointestinal en el desarrollo de complicaciones a largo plazo derivadas del coronavirus. Según los investigadores, identificar síntomas gastrointestinales tempranos y vigilar determinados biomarcadores podría permitir anticipar qué pacientes tienen más probabilidades de desarrollar fatiga persistente, facilitando intervenciones médicas más rápidas y personalizadas.
El equipo científico ya ha anunciado planes para ampliar el estudio y confirmar estos hallazgos en una muestra más amplia. De comprobarse esta hipótesis en futuras investigaciones, se abriría la puerta al diseño de estrategias preventivas y terapéuticas dirigidas a evitar que una infección leve se convierta en una condición crónica que afecte la salud y funcionalidad de quienes la padecen.
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