La salud mental comienza en la niñez: qué dicen expertos en desarrollo infantil
Los bebés perciben y reaccionan al estrés de sus padres, lo que puede afectar su desarrollo emocional; el Instituto Erikson en Chicago ofrece terapias preventivas para fortalecer la relación entre niños y cuidadores a través del juego y el apoyo personalizado
Foto de archivo. Crédito: Referencial | Wikimedia Commons
La vicepresidenta asociada de servicios clínicos y comunitarios del Instituto Erikson Andria Goss explica en MedicalXpress que los bebés perciben y reaccionan a los estados emocionales de sus padres. Este descubrimiento resalta la sensibilidad de los infantes a su entorno y subraya la importancia de la salud mental de los padres en el desarrollo infantil.
Goss explica que los bebés experimentan todo a través de sensaciones corporales. Por ejemplo, si uno de los padres está estresado, deprimido o ansioso, el bebé se da cuenta. Ella describe una situación donde una madre, debido a su propio estrés, alterna entre estar atenta a su bebé y estar irritable o desconectada.
Esta inconsistencia puede confundir al bebé, quien se esfuerza por recibir respuestas positivas como sonrisas o arrullos, y al no conseguirlas repetidamente, puede retirarse y dejar de intentarlo. Aunque este es un caso extremo, ilustra cómo los bebés captan el estrés ambiental y no saben cómo manejarlo, lo que puede generar desafíos en la relación entre padres e hijos si estas interacciones se vuelven crónicas.
El Centro para Niños y Familias (CCF) del Instituto Erikson, ubicado en Chicago, ha ofrecido servicios de salud mental a niños y sus familias durante décadas. Este centro trabaja con niños desde recién nacidos, proporcionando apoyo tanto en persona como en línea.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CD, por sus siglas en inglés), uno de cada seis niños estadounidenses de entre 2 y 8 años tiene diagnosticado un trastorno mental, conductual o del desarrollo, siendo los niños más propensos que las niñas a experimentar estos problemas.
La terapia en el CCF busca fortalecer la sintonía, es decir, la capacidad de los cuidadores para estar conscientes de las necesidades del niño y responder adecuadamente. Esto ayuda a mejorar la relación entre el niño y el cuidador y a fomentar el desarrollo del niño.
El comportamiento infantil y la comunicación
Cada comportamiento infantil es una forma de comunicación, según Goss. El objetivo del CCF es entender con qué está luchando el niño y evaluar sus habilidades cognitivas, motoras, sociales y emocionales.
Este enfoque individualizado considera la raza, cultura y entorno del niño y su familia. Al seguir el ejemplo del niño en la terapia, los cuidadores aprenden a regularse a sí mismos, lo que les permite ayudar mejor a sus hijos. Este proceso empodera a las familias, dándoles una sensación de eficacia y la confianza de que pueden manejar cualquier desafío que surja.
El juego es esencial para el desarrollo infantil. Phou subraya que dedicar tan solo 10 minutos al día para jugar con el niño puede tener un impacto significativo en su salud mental, fomentando una conexión profunda entre el niño y el cuidador. Weinstein coincide, afirmando que estos breves momentos de juego son más beneficiosos que largas sesiones de tiempo familiar esporádicas. Encontrar momentos de alegría y deleite ayuda a fortalecer la relación y la conexión emocional.
Goss concluye que los padres son la primera línea de defensa en la intervención temprana. Aconseja a los padres primerizos buscar apoyo y comprender que no hay reglas estrictas en la crianza. La observación y el apoyo continuo son clave para ayudar a los niños a superar los desafíos emocionales y de desarrollo, promoviendo un entorno de crecimiento y resiliencia.
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